sábado, 13 de agosto de 2016





No es un buen momento para escribir un poema (¿Acaso alguna vez lo ha sido?) sobre la muerte. Especialmente porque existe una relación un tanto tormentosa entre nosotras. Ella siempre viene, me toca el hombro y cuando me doy vuelta, se me escapa. Otras veces me saca la lengua y se ríe de mí porque soy muy boba para comprender su oficio.

Ella me dijo que aún carezco de capacidad para entenderla debido a mi juventud y falta de madurez. “Son cosas de muchachos”, dice. Yo sólo pude responderle que algunas personas no maduran. Se lo dije después de ver a mi tía llorar sobre el ataúd de su hijo.

Hoy no es un buen día para escribir un poema sobre la muerte, pero sí para recordar a mi Vitto, a mi Puppy, a mi bebé. 

Prometo escribirte un poema –el más hermoso que te hayan escrito, si es que alguna vez lo hicieron- e incluirlo en mi primer poemario –sin nombre, ni fecha; pero algo se me ocurrirá- para que así te sientas orgulloso de mí.


Perdona la lloradera, tú sabes que soy melodramática. Ya se me pasará y me acostumbraré a no verte en navidad, el Día de las Madres/Padres o en algún cumpleaños. Ni modo, por ahí tengo las fotos del Carnaval del 98’ donde salimos pichurritos e inocentes (antes de que Anto nos corrompiera, jaja). Y cada vez que que te recuerde, me trasladaré para allá o para otros tantos momentos donde estuvimos juntos. 
Mejor dejo esto hasta aquí porque mi mamá anda cómica.

Por esa razón te digo: no es un buen momento para escribir un poema sobre la muerte, mas me quedo con el sonido de tus carcajadas retumbándome en la cabeza mientras me dices: “Pajuíta”, sólo porque le quiero cambiar el final a tu historia, pero no puedo. 
Y así se dieron las cosas. 
Porque sí.


martes, 26 de julio de 2016


Sentada en posición india, recorto mis muñequitas de papel. Hablo con ellas y les cuento todos mis secretos. Como aquella vez que me comí la gelatina de la nevera cuando todos dormían en casa, y luego me desvelé porque los regaños de mi mamá no dejaban de golpear mi cabeza. "¡Comer chucherías de noche alborotan los parásitos!".
Y ahí mismíto sentía el andar «alborotado» de esos bichitos que estaban a punto de escapar por mi diminuto ombligo.

Aún sentada, juego con ellas. Les pruebo los vestiditos: uno rosa, otro verde. Todos resaltan sus pieles pálidas, bonitas, distintas a la mía, a la de Patricia y a la de las demás niñas del Parque.

Mientras jugamos, ellas me dicen que ser adulto es aburrido. Sólo alcanzo a decirles:
"Sí. Por suerte, siempre puedo recurrir a ustedes para tener nueve años otra vez y ahogarme a carcajas en la madrugada".
Seguidamente, todas reímos.

Tan lindas.
¡Qué sería de la vida sin mis muñequitas de papel!

sábado, 23 de julio de 2016

Foto: Fernando Moreno
Parque Aragua arde
a las tres de la mañana.

Los carros pasan
a velocidad luz.
        - Los travestis se han quedado
           íngrimos otra vez -

El Loco Panchito
pasa por aquí
todas las madrugadas
cantando villancicos.

Los junkies de
La Bolívar
lo mandan a callar
y miles de perros endemoniados                                        
corren tras él.

Sobre mi rostro
titila el cartel de neón
de Torigallo.

Todo lo veo arder
mientras mis piernitas
  de niña
cuelgan desde la ventana
de un segundo
                 piso.

A Félix

En esta casa de piedras, cada domingo trato de ponerle orden a mi vida. 
Como es costumbre, siempre suelo comenzar por mis libros: los limpio con un trapito decolorado, los abrazo, los huelo, releo sus páginas y mis dedos se enredan entre ojeada tras ojeada. Para evitarme complicaciones, los ordeno en tres categorías: Leídos, No leídos y Para regalar. 
Por cuestiones de espacio y tendencias obsesivas compulsivas, me es necesario hacerlo de esta manera.

La semana pasada, encontré el ejemplar de Ninfas del Valle de Kahlil Gibran que me regalaste hace siete años. Estaba lleno de anotaciones, y de inmediato supe que eran tuyas porque no soy de escribir sobre los libros (manías mías, tú sabes). Leí todas tus notas, observaba tu letra temblorosa en tinta azul (escrita con un Kilométrico Paper Mate, quizás) y te imaginé escribiendo sobre este librito, en medio del calorón asfixiante típico de la casa de la abuela, mientras las gotas de sudor bajaban a carreras para ver quién llegaba primero hasta tu cuello arrugado. 
Al terminar de leer tus anotaciones, me quedé sonriendo con la misma ternura de cuando en mi infancia te fastidiaba cada vez que pintabas las paredes aguamarinas en el apartamento de Parque Aragua, ¿te acuerdas?
O cuando por las tardes de junio te escuchaba hablar y coincidíamos en lo de estar locos de atar por decir la verdad. 
Entonces, agarré el libro y creé la cuarta categoría de «No regalar». 
Después de todo, fue lo único que le dejaste a esta tonta, quien -inútilmente- cada domingo sigue tratando de ponerle orden a su vida.

martes, 19 de julio de 2016

Corrígeme.

Soy un montón
de errores ortográficos
que andan y respiran
en tiempo real.

Borra
sobre mí
- sin dejar tachones-

No te debe temblar
el pulso.
Déjale eso
        a los principiantes.

Comienza.

Que el papel
no siempre lo aguanta
todo. 

viernes, 15 de julio de 2016

A Leona

La Señora del budare y el humo
taconea el universo
al paso de boleros.

No se detiene en el andar
con su postura firme
y sin descanso.

Mujer del siglo XX
que no le temes al agua mansa
ni a los tiempos modernos.

Ahora no queda rastro
de las llagas en tus manos,
tampoco de tus guayoyos
que calientan el alma.
Aún conservo tus perfumes importados
y tu retrato incoloro
en mi memoria.

            Hay carencia de ti últimamente.

miércoles, 6 de julio de 2016

Las Cartas Artrales me enseñan el futuro incierto
que me pinta mi madre.

La Luna
La Muerte
El LocoEl Viajero

Éstas no suelen ser tan preocupantes como la gente
piensa.

Así me lo lo aclara ella mientras su piel rosada
se estremece en el ocaso.

Algo sabes, no quiere decírmelo.
Me lo disfraza con periquitos navideños para no distraerme.

Le sigo la corriente,
      esa en mi costumbre familiar. 

sábado, 4 de junio de 2016

Mi indiecita me mira con lágrimas de sangre.
Me habla en un lenguaje de dioses.

Estoy estática.

Me detuviste la vida
entre tanta pesadumbre.

martes, 31 de mayo de 2016


Ahora que estoy en la onda de retomar mi blog, (Escuchen cómo los ángeles cantan) comparto una entrevista que le realicé al Maestro Antonio Otazzo hace dos años atrás. Aunque ya la había publicado por otros medios, nunca lo había hecho a través de esta plataforma. Espero que les guste. 




Antonio Otazzo, Artista Plástico
“Entre más contratiempos tengo, me siento mejor”

El artista Español-Venezolano habla sobre su historia a través de una perspectiva más íntima, mostrando el ímpetu y desempeño a lo largo de su vida.




Maracay pasa frente a mis ojos a 80 km/h, iba en camino a mi encuentro con el “Dalí de América”, “El Viejo Loco” o como prefiero llamarlo “El Maestro Otazzo”. Al momento de mi llegada, comenzaba a correr la mitad de la mañana, así lo anunciaban los rayos solares y el sudor que corría por mi frente. Después de tomarme algunas fotos junto a la fachada de su casa en la que se pueden apreciar esculturas en forma de esqueletos, los cuales él afirma que “Son los que me protegen y espantan a aquellos que le temen a la muerte”, salió a recibirme. Su cabello blanco brillaba, vestía un traje formal de color gris con una camisa a rayas de colores muy vivos, él dice que siempre se coloca esa ropa cuando las personas van a visitarlo. Yo iba acompañada de mis padres y dos amigos quienes estaban muy emocionados por conocer a tan misterioso personaje y ciertamente, por visitar su Museo ubicado en Cagua, estado Aragua, donde  habita desde hace más de 50 años.
Logramos entrar a su casa o como él suele decirle: “Mi abadía”, cabe destacar que es un espacio realmente precioso. Se podían observar una gran cantidad de esculturas, el techo reflejaba a dos hombres flotando en el Universo, todo hecho por él mismo. Alrededor, había una amplia biblioteca personal, su escritorio donde pasa días creando sus producciones artísticas, sobre las paredes colgaban hermosos cuadros de su autoría y un piano excepcional que suele tocar con frecuencia. Finalmente, nos sentamos para conversar con él. Debo confesar que me sentía nerviosa, pero a medida en que avanzaba nuestra charla, entré en un proceso de relajación ya que eso era lo que el artista Orotavense de 86 años me trasmitía.
Nos contó algunas historias que marcaron su vida como aquella vez que entró a un banco para cobrar un cheque que no le querían pagar y fue vestido con una capa plateada, una corona de oro al más estilo del César, dos guardaespaldas y su ametralladora de madera. Él cuenta entre risas: “Tuve que entrar a ése banco porque no tenía otra opción. Si fuera por mí, no hubiese ido. Siempre evito estar en espacios muy cerrados porque detesto respirar el aire sucio de los demás. Al final, logré cobrar el dinero y en ése instante me di cuenta que las personas me respetan más como un loco con metralleta en mano”. Su actitud servicial e hilarante de alguna u otra manera, me sorprendió. Imaginaba a un hombre rígido y de pocas palabras, me había creado una imagen totalmente errónea de un ser extraordinario que mediante su simpatía no sólo nos abrió las puertas de su casa, sino de su alma en sí. Además de ser artista plástico, escritor, también es un excelente músico y nos lo demostró cuando tocó en su piano una pieza de música clásica. Pocas veces he encontrado a personas a que sean capaces de hacerme reír y conmoverme al mismo tiempo, y sin duda alguna el Maestro Otazzo es una de ellas.
Después de pasar un rato ameno junto a él, damos inicio a la entrevista. Nos sentamos en su escritorio y tuve la oportunidad de tener acceso a sus escritos y documentos personales. Le pregunté acerca de su lugar de origen debido a que en diversas entrevistas dicen que es oriundo de Valle Guanape, estado Anzoátegui y en otros dicen que es de La Oratava, Tenerife. Él me aclaró que es Español, pero que vino a Venezuela a la edad de 16 años contratado por el expresidente Marco Pérez Jiménez. Comenzó a trabajar como electricista y posteriormente se dedicó a su carrera artística. Estando aquí quiso regresar a su tierra: “Mi esposa y yo quisimos regresar a Tenerife, pero no pudimos porque teníamos ya cuatro hijos. Por esa razón, mi mamá botó muchas lágrimas.” Afirmó mientras entrecerraba sus ojos celestes.
- ¿Cómo se la llevaba con sus padres?
- Primero que nada: todo era mucha disciplina, mucho orden. Siempre tuve una buena relación con ellos. Me acuerdo que en la madrugada, nos ponían a hacer ejercicio (gimnasia). Mi mamá aún era muy niña cuando nos tuvo a nosotros y no la dejábamos descansar. Y cuando dormíamos, para despertarnos ella nos echaba unas gotitas de agua sobre los ojos. Sobre todo a mi hermano quien era muy perezoso. (risas). Mi papá era músico, un hombre maravilloso.
- ¿Cómo era de niño?
- Yo solía ser un niño tímido, nostálgico, solitario y a la vez muy activo, era muy diferente a todos mis amigos. Reflexionaba mucho sobre las cosas. Además, a mí me daban miedo las personas mayores. Recuerdo que cuando salía a pasear por las calles, ellos me veían de un modo que no me agradaba.
- ¿Cómo es la relación con sus hijos y su esposa?
- Excelente. Tengo cuatro hijos, tres viven aquí en Cagua y una vive en España con su esposo y mi nieto Abraham, de nueve años quien ahora es pianista y eso me llena de orgullo. Cada vez que él viene a Venezuela, tocamos el piano juntos. Mi esposa es una mujer extraordinaria, he vivido toda una vida a su lado. Pienso que mi familia es lo más valioso que tengo, lo demás va y vuelve, sólo son cosas materiales. En cambio, la familia es un factor muy importante en mi vida, hay que mantenerla hasta el final de nuestros días, no recomiendo que se separe nunca. Mis hijos me ven como algo ejemplar, como un pilar que sostiene la casa. Por eso es que yo me cuido mucho.

La Espiritualidad y Otazzo
No es un secreto para nadie que el plano espiritual es un factor importante para vida de este gran artista, y esto se ve reflejado desde su niñez. “Cuando tenía cuatro o cinco años vi un entierro pasar por el frente de mi casa y le pregunté a mi abuela qué era eso. Ella me dijo que era un señor que había muerto. Yo no entendía nada de eso porque aún era muy niño, eso me aterró, fue como un trauma para mí. Cuando me enteré que la gente se muere y la entierran, fue algo catastrófico”.
-  Si usted fuera Dios: ¿Qué haría para mejorar el Mundo?
- Si yo fuera Dios, haría que un terremoto destruyera todo el Mundo, haría sacudir la Tierra  hasta desaparecerla. Que todos comiencen de nuevo en forma de gusanos. El ser humano es una víctima, hay que perdonarle todo lo que hace. Cada persona es un Mundo, un Universo que a veces no puede convivir en familia ni con nadie, entonces hay que aceptar la esquizofrenia, todas las enfermedades parapsicológicas. ¡Estamos todos locos y no es para menos! (risas).


- En muchas de sus obras, el elemento de la muerte siempre está presente.  ¿Qué significado tiene la muerte para usted?
-  Es una confusión porque si te van a matar, más vale no nacer. Por ello culpo a Dios, no acepto la teoría de la creación. Soy una inocente criatura frente a un sabio que llaman Dios, cuando uno conoce a una persona mayor que uno, uno no la ofende. O si un niño le da una patada a uno, uno no le va a devolver la patada a un niño. Por ello tampoco creo que después de todo, Dios nos mande con el “cachudo” porque eso es una tontería.

Obstáculos vencidos
Por lo general, es un hecho normal que el ser humano atraviese por una serie de circunstancias y altibajos que ponen a prueba su capacidad para convertirse en un sobreviviente, comparando constantemente la vida con un paseo en una Montaña Rusa. En el caso de Otazzo, no sólo va montado en una Montaña Rusa, sino que va en ella bailando de pie y riéndose de todo lo que le sucede. Dice que él es como una piedra que nunca encuentra un camino y que cuando lo encuentra, provoca a los demás para que les siga tirando piedras y así seguir rodando porque de lo contrario, no tendría sentido vivir; aclara que “Entre más contratiempos tengo, me siento mejor”.
Él afirma que uno de los momentos más difíciles que le tocó superar fue cuando recibió un “vudú” por parte de un psicoanalista cuyo objetivo se centraba en destruirlo completamente. Cuenta que sufrió una crisis emocional en su casa, perdió seis (6) litros de sangre aproximadamente y fue sacado de su residencia por médicos que le colocaron una camisa de fuerza la cual rompió. Su amiga y representante, la licenciada en Artes Plásticas, Silvia Pérez, quien lo acompañó durante la entrevista, aclaró que eso fue un suceso paranormal y que ni siquiera los mismos especialistas en materia de salud podían dar una explicación lógica a tal hecho. No obstante, logró sobreponerse gracias a la ayuda de sus seres queridos y a su fuerza interior.

Locura en esplendor
Los rumores y comentarios negativos que giran en torno a su persona se han venido generando desde el principio de su carrera. Tal vez se deba a su extravagancia y poca modestia, pero eso es lo que hace de él un ser encantador. De lo que nunca se habla es que cuenta con un gran sentido del humor y una sensibilidad infinita. Lleva una vida sumamente tranquila, suele pasar todas las tardes en el jardín de su casa sentado sobre un columpio donde medita acerca de su existencia.  Además, se caracteriza por ser un hombre muy enérgico a pesar de su avanzada edad. “Me gusta estar activo, no puedo vivir sin hacer nada. Yo siempre le digo a la gente: “¡No te quejes! Porque hasta después de muerto, te criticarán también” (risas).

La manera en cómo ha enfrentado los señalamientos de la gente se basa en ignorar lo que dicen sobre él, mostrando su autenticidad mediante sus ideas rudas y su irónica visión de vida. “A veces peco de cínico, de irónico, tengo un lenguaje tan fuerte que eso molesta a muchas personas. Cuando alguien no cae bien, siempre le buscan sus defectos para herir sus sentimientos, pero a mí no me hiere nadie.



La fachada de su residencia fue diseñada por él

 El taller del Maestro Otazzo
 El Maestro Antonio Otazzo
 Durante la entrevista en su despacho
Rodeada de sus obras