viernes, 29 de abril de 2011

Perdidos


Es tiempo de abrir mi corazón que está lleno de enojo, rencor y desesperación para que la gente lo vea, lo escuche y lo lea a letra viva.

Camino, pateo una lata de Coca-Cola, un perro me ladra, me asusto, respiro el humo de los carros y el de los cigarrillos baratos, alguien estorduna, aguanto la respiración, pienso que me voy a enfermar, estoy hecha una porquería, qué vida...

Hoy confieso que soy una persona muy observadora, pero no vaya a entender que suelo observar "la pinta" de la gente, no, no, no... Me refiero a la actitud, a lo que dicen, sus gestos, las palabras que utilizan, un tick nervioso...

Una de las cosas que más me preocupan es la falsedad de la gente. Esto se puede captar desde el Hampón salido del barrio Los Cocos hasta la novia que camina al altar con un vestido blanco inmaculado aparentando una Virginidad inexistente. Tenemos una sobredosis de superficialidad, de egoísmo y mentiras. Nos drogamos una vez más, nos recuperamos, quedamos conscientes y vemos como esta sociedad come por los ojos y defeca por la boca.

Todo se va volviendo más confuso, más distante, más extraño... pero aún me quedo en esta tierra que me mira, que me mastica, que me traga y me vomita. Yo sé bien que yo sola no cambiaré el mundo, por eso es que me quedaré, porque no tengo otra opción que ver como todos se destruyen, como este cielo se va convirtiendo en infierno. Respiro, comienza a oler a azufre...

Ciertamente todos se han perdido como una hormiga se pierde en la constelación de pecas en mi pierna derecha y yo sencillamente, me largo a llorar.

Rezaré un Padre Nuestro y un Ave María para calmarme, aunque en el fondo, haga lo que haga, nada cambiará...

Ahora sé que todos están perdidos, especialmente tú, lo sé porque te conozco por los zapatos que sueles ponerte, por el timbre grueso de tu voz, porque estos ojos marrones comunes no te volverán a ver jamás... pobre infeliz.