miércoles, 15 de junio de 2011

Tú, egoísta


Estoy frente al espejo; no digo nada, no pienso en nada. Sólo estoy aquí, autoexaminando mi anatomía.
Hace unos años esto no ocurría muy a menudo, había cosas más importantes en qué enfocarme. No obstante, con el pasar del tiempo, fui cambiando -y no para bien precisamente-

Soy muy egoísta. Pienso que ese debería ser mi nombre ya que el María está demás, nunca me podría comparar a semejante ser tan hermoso.

Miro mis piernas llenas de estrías, cuento los miles de puntitos marcados por la celulitis alrededor de mi diminuto cuerpo. Me deprimo, me encierro y me cubro con tus hojas rayadas donde se muestran jeroglíficos indescifrables.

Últimamente no he visto las noticias, pero sé que está sucediendo en el mundo, en mi país y en mi hogar. Por cada cicatriz marcada en mis brazos, hay millones de personas muriendo de hambre en esta contaminada Tierra. Al lado de una velorio se celebra los 15 años de una niña que tiene dos semanas de embarazo. Mientras los problemas explotan en casa, yo me quedo pensando en mis insignificantes inquietudes existenciales. Simplemente me pesan los ovarios al momento de sumergirme en el lago de desastres que habita dentro de mí.

Mi carne se convierte en plástico, mi cabello pasa a ser un sintético rubio, esta expresión de melancolía cambia por una sonrisa notablemente fingida, mi figura regordeta desaparece, obtengo un bello cuerpo, un precioso rostro.

Soy hermosa, soy perfecta.

Todo se viene abajo, y todavía sigo frente al espejo. No dije nada, no pensé en nada, por lo tanto, no hice absolutamente nada por nadie; no contribuí para acabar la violencia y la falta de consciencia que nos ha destruido.

Vivo en un cuerpo hueco, poseo un alma de mentira y tardíamente he llegado a la conclusión de que yo era no más que el residuo del lápiz labial escondido entre tus labios.

No hay comentarios: